26/4/10
José Tomás
La noticia que abre el telediario de hoy es el estado del torero José Tomás tras su cogida en México. Parece que se salva. Dicen que siempre arriesga demasiado y que se veía venir. Suya es la frase: "Prefiero una cornada a dar un paso atrás"
Pero esa es la esencia del espectáculo, lo mismo que en las carreras de coches o en los deportes de riesgo. Se trata de ver hasta donde es capaz de acercarse al límite en su juego con la muerte y en esto consiste la emoción.
Algo parecido sucedía en las luchas entre gladiadores o en los circos romanos donde salían leones.
No es lo mismo que en el ajedrez o en el poker; aquí se juegan la vida y José Tomás ha estado a punto de perderla. Algo tan valioso y único, lo más grandioso que conocemos, un regalo inexplicable casi lo pierde para demostrar (¿a quién?) lo valiente que es.
Pero no demuestra valentía luchando por una causa justa o para defenderse. Puede que lo haga por la fama o por dinero. Pero ya tiene mucho de las dos cosas. Entonces....¿por qué lo hace? ¿Qué mueve a un torero a jugarse la vida cada tarde y a los espectadores a ver si la pierde en una lucha desigual frente a un animal asustado, dolorido y bañado de sangre?
Me resulta totalmente incomprensible. Y mucho más que personas como Picasso, Ortega, Lorca, Serrát.... y muchos otros lo consideren un arte. Debo ser de otra galaxia.
21/4/10
El Hiyab
Estas niñas son tontas o están manejadas por sus padres. ¿No se dan cuenta de que en Europa está aumentando poco a poco la extrema derecha xenofoba y que su comportamiento contribuye a ello? ¿No se dan cuenta de que mucha gente (inculta) no quiere tener a personas de distintas costumbres como vecinos y que no se les puede hacer una psicoterapia colectiva?
Por su bien deberían intentar adaptarse a los lugares donde viven. ¿Por qué los islamistas dan tanto el coñazo en todos los lugares donde emigran? No pasa lo mismo con los chinos, ecuatorianos,.....Por inteligencia “donde fueres haz lo que vieres”.
Unas chicas con burka demandan a Mc Donald por no aceptarlas como empleadas. De la misma forma podrían no aceptarlas por ser “góticas” o punkies. Me parece muy bien. Acepto la discriminación por razones estéticas, no étnicas ni de otro tipo. Nunca contrataría a alguien con piercings en la nariz porque me da mucho asco.
Cuando trabajaba en Alemania intentaba renunciar a mis costumbres (de gritar en público, por ejemplo) y adaptarme a las suyas. De otra forma me hubiera sido muy difícil conocerles y me hubiera automarginado.
Lo dice la biología evolutiva: para sobrevivir en un medio hay que adaptarse a él. Las especies que no lo hacen se extinguen. La historia de la humanidad está llena de pueblos que emigraron sin integrarse, vivían en barrios apartados y solían ser tomados como cabezas de turco cuando las cosas se ponían feas. El Éxodo muestra el primer ejemplo de un pueblo (los judíos) expulsados de Egipto por empeñarse en mantener sus costumbres. Y mira la que se montó después.
¿Si sus costumbres fueran nudistas, deberían dejarlas entrar en pelotas en el colegio? ¿Y si su religión les exigiera estar de rodillas todo el tiempo?
El hiyab y el burka son símbolos de sometimiento. Pienso que las mujeres que lo aceptan “voluntariamente” tienen el síndrome de Estocolmo adoptando los valores de sus secuestradores.
18/4/10
Toros cobardes
Parece ser que los toros de ahora ya no son lo que eran. La gente está escandalizada. Resulta que en la Feria de abril, que es toda una fiesta para los animales porque tienen la oportunidad de demostrar lo valientes que son, los bichos cada vez están menos por la labor.
Los astados huyen de los toreros, de los caballos y de todo el que se les acerca. Intentan escapar como pueden y se refugian cerca de la barrera asustados como queriendo salir de las plazas. Se nota que no les gusta la fiesta y prefieren el campo.
Los aficionados piden que rueden cabezas. Es muy difícil ver sangre en esas condiciones y, puesto que dos no pelean si uno no quiere y los toros no quieren, el asunto pierde colorido. Los muy partidarios de la fiesta empiezan a llamar mariquitas a los toros y los toreros se pasan todo el rato detrás de ellos dándoles pinchazos para cabrearles, pero nada.
Dicen que entre los antitaurinos, los europeos y los toros amanerados se están cargando nuestras raíces más hondas. Algunos proponen torear leones pero otros no lo ven muy claro. Y la iniciativa de torear cocodrilos tampoco convence mucho. Yo soy más partidario de los tigres de Bengala. Esos si que son valientes. ¿A ver si los que están perdiendo el valor son los toreros?
En todo caso, la noticia de que los toros se están acobardando me parece muy alarmante. No sé donde terminará esto. La que está armando Zapatero.
6/4/10
El Cabanyal y la Gran Vía madrileña
Ayer fue noticia el centenario de la Gran Vía de Madrid y hoy lo es el comienzo de las obras del Cabanyal de Valencia. Para construir la Gran Vía fue preciso destruir todo un barrio antiguo, de los de verdad. Para abrir grandes calles en ciudades viejas hay que tirar algo, por definición.
Sobre el problema del Cabanyal no tengo las ideas muy claras. O, mejor dicho, tengo claras dos cosas contradictorias. Por un lado está su valor histórico, como todo lo que tenga más de, digamos, cien años. Por otro Valencia no puede vivir sin un acceso cómodo al mar.
Siempre me he preguntado, y he preguntado, la razón de que la Avenida de Blasco Ibáñez no se prolongara hasta el mar. Visto sobre plano parece algo lógico. La oposición, que resume muy bien Manuel Vicent, es que conserva “la memoria literaria de Blasco Ibáñez, el ambiente de artistas y pescadores, las casas solariegas....”. Tal vez Vicent sea juez y parte ya que su libro, “Un tranvía a la Malvarrosa”, narra su juventud por aquél barrio.
Conocí la zona hace más de treinta años y aquello era una mierda. Tuve que proyectar una tubería de gas que cerrara el semianillo de Valencia desde el Puerto hasta casi Alboraya y poco faltó para que los habitantes del barrio, donde ni siquiera entraba la policía, nos robaran hasta los planos.
Estando en Valencia he intentado dar paseos por la playa muchas veces y, casi siempre, me he perdido. He llegado a aparecer en el Puerto, o casi en Cullera. Cada vez decía muy cabreado: ¿pero por qué coño no tiran estas casitas y hacen una avenida de verdad?
Por lo que sé, las obras no destruirán El Cabanyal sino que lo dividirán por dos eliminando sólo una pequeña parte. Los nostálgicos del ambiente de Sorolla, de Benlliure, de José Navarro, de Mongrell, de Agustí Centelles, de Cecilio Pla y de Blasco Ibáñez tendrán lugar para dejar volar su imaginación.
Antes, del mar sólo venían pescado y piratas. Ahora la playa atrae a miles de personas. Los tiempos cambian. Oponerse a los cambios inevitables es como intentar detener el viento.
Digo que no lo tengo claro porque, si Rita Barberá y Camps están de acuerdo con este proyecto debe ser malo, y si Vicent (uno de los grandes) se opone también, debe ser mucho más malo. Pero no acabo de entender los argumentos, que, probablemente, tengan su parte de especulación inmobiliaria, nostalgias bucólicas y rivalidades políticas.
Seguiré investigando.
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