3/6/10
El imán
Un señor tiene asustada a una parte de la ciudad de Cartagena porque, a la menor ocasión, la emprende a porrazos e insultos contra algunos ciudadanos.
El individuo, que se hace llamar Yazid Koudri (alias “el iman”), ha decidido que, en “su barrio” no quiere actos contrarios a su moral.
Lo que nos faltaba. Ahora que la Conferencia Episcopal está calladita porque es tiempo de poner la cruz en la declaración de la renta, nos encontramos con una lucha de morales en nuestros barrios.
El imán dice que el comercio con una parte del cuerpo está muy mal y, en esto, coincide con los otros iluminados de sotana, pero, ¿qué pasará cuando empiece a pronunciarse también sobre el estómago?
Si no se toman medidas y el energúmeno sale impune, mañana podría decidir que comer carne de cerdo “en su ciudad” va contra los principios verdaderos, pero la Conferencia Episcopal, es de suponer, defenderá esta costumbre, y ya la tendremos liada.
En esto del cerdo tal vez podrían ponerse de acuerdo (mediante una reunión de capos repartiéndose los barrios a ordeñar) pero sería una solución provisional. ¿Qué pasaría con el vestido?
Imagino una reunión con los representantes municipales obligando a prohibir, mediante bandos, en unos barrios el ir con la cara descubierta, en otros con minifalda, en un tercero con el burka, en otros sin él....y así hasta el infinito. Sería un follón.
Creo que lo mejor es, para que no nos llamen xenófobos y racistas, dejar que todas las religiones puedan legislar en aquellos asuntos que consideren oportunos (es decir, en todos) y dar entrada también a los judíos ortodoxos, los budistas, los jansenistas, taoistas, etc....Incluso a aquellos que tienen prohibido pisar hormigas o respirar mosquitos, que son muy graciosos.
Como es evidente que el iluminado ganará, recomiendo a las españolas que encarguen ya su velo integral, antes de que se terminen. Y que las niñas se den prisa en crecer porque su clítoris corren tanto peligro como la integridad de los adolescentes en los colegios de los Legionarios de Cristo, del casi-santo Obispo Marcél (alias "el monseñor"). El que avisa no es traidor.
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